En ésto de los aceites de oliva, como en muchos otros temas de actualidad, vivimos en Matrix. El dilema al que nos enfrentamos es tomar la pastilla roja y abrir los ojos, o tomar la pastilla azul y seguir viviendo en el falso mundo que día a día y hora tras hora nos trasladan los bien aleccionados medios de comunicación tradicionales. Aunque como en Matrix, el programa tiene algunas fisuras y deja entrever la verdad de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Viene ésto a cuento, una vez más, por el tema de las amenazas del sector, la sobreproducción, la reconversión del cultivo, la baja rentabilidad (que es cierta, pero no real), etc..
Desde mi punto de vista, los llamados «Mercados» tienen acogotado al agricultor pagándole el producto a precios de ruina y para ello inventan las excusas que he enumerado anteriormente. Erre que erre nos machacan con la sobreproducción y con la amenaza de terceros países para justificar la miseria que se le paga por un producto de primera calidad y de características saludables incontestables y envidiables por el resto de grasas vegetales.
Ya en el post: «Otro cuento chino: ¡Que vienen los chinos! expliqué razonadamente y con un estudio serio la verdadera amenaza de China, que no es amenaza sino oportunidad, y que el diario El Mundo vendía como el Armageddon del aceite de oliva español.
Hoy en un artículo del Diario Jaén: «Reyes del aceite de oliva», se exponen las cifras de producción de aceite de oliva por países y la citada China tiene la increíble y amenazante producción de 29.000 toneladas con una población de 1.360.763.000 personas, frente al 1.800.000 toneladas de España.
Los cultivos del amenazante Portugal, paraíso de Mercadonas y demás, producen 78.000 toneladas, para echarse a temblar, al igual que con las 95.000 toneladas de Marruecos, también buque insignia del hundimiento del aceite andaluz.
Todo el continente americano, con los amenazantes países sudamericanos, produce 60.000 toneladas. La fértil y gran Argentina produce 17.000 toneladas, como todo el Líbano, terrorífico.
Lo más gracioso de todo es que los «medios de comunicación», una y ota vez nos atemorizan con éstas «increíbles producciones emergentes» de las que España ha de defenderse, cuando la verdad es que quien controla el mercado es nuestro país, y que quién debiera poner precio al producto deberíamos ser nosotros.
Pero ya lo dije en otro post: «El olivar español tiene al enemigo en casa». Así que: «El que tenga oidos, que oiga. Mateo 13:1-9.»