Espuerta de pleita.
El milenario cultivo del olivo ha venido acompañado de otro cultivo no menos milenario: el del esparto. Su uso ha ido pasando de generación en generación a través de los siglos permaneciendo invariable en las comarcas donde ha subsistido, siendo una de las costumbres más antiguas y que menos alteraciones ha sufrido hasta nuestros días.
El nombre del esparto proviene del latín “Spartium, I” y éste a su vez procede del griego “Spàrtos” o “Sparton”.
El esparto se obtiene de la atocha cuyo nombre científico es el de Stipa Tenacissima, utilizándose también el albardín, Ligeum spartum, cuyas hojas son de menor longitud y de textura más suave. Estas plantas constituyen las últimas etapas de degradación del monte mediterráneo.
Esparto y olivo han convivido desde la más remota antigüedad hasta los años 70 del pasado siglo en que las fibras sintéticas vinieron a derrocar la hegemonía que esta fibra vegetal mantuvo durante milenios.
Uso del esparto
El uso del esparto por el hombre se remonta a la noche de los tiempos, habiendo ya referencias escritas en el siglo III a.c., así como de su existencia y comercio en Iberia, en las que Estrabón describe una llanura inmensa “donde crece abundantemente la especie de esparto que sirve para tejer cuerdas y se exporta a todos los países, y principalmente a Italia…”
Por su parte Plinio nos narra que:
El esparto, cuyo aprovechamiento se inició muchos siglos después, no se comenzó a emplear hasta la guerra que los púnicos llevaron primeramente a Hispania. Trátase de una hierba que crece espontáneamente y que puede sembrarse; una especie de junco propio de terrenos áridos…..En la Hispania Citerior, se encuentra en una zona de la Carthaginense, y no en toda, sino sólo en una parte; pero allí donde crece lo hace incluso en los montes. Los campesinos confeccionan de él sus lechos, hacen fuego, forman sus antorchas y fabrican su calzado; los pastores hacen incluso de él sus vestidos. El esparto, excepción hecha de sus extremos tiernos, es nocivo para los animales. Al colectarlo se arranca cuidadosamente, envolviendo las piernas en fundas y las manos en guantes; se le enrolla en un vástgo de hueso o de roble. Actualmente se arranca también en invierno, si bien el momento más propicio va de los idus de mayo a los de junio, que es la época de su madurez. Para satisfacer todos éstos usos no hay otra extensión de cultivo que un campo de 30.000 pasos de latitud por 100.000 de longitud en la zona de Carthago Nova.”
El producto se comercializaba en Carthago Nova, adónde venían a buscarlo desde otros lugares del Mediterráneo por su calidad y por la certeza de encontrarlo aquí en cantidades ilimitadas. Los testimonios a este respecto son abundantes destacando los de César que mandó que se trajese de Hispania hierro y esparto para equipar sus naves y Tito Livio que narra el interés de Asdrúbal por acumular esparto para la construcción de naves.
Con esparto se contruyeron las hondas que los honderos baleáricos utilizaron contra Escipión en la Batalla de Baécula, que actualmente se sitúa en el Cerro de las Albahacas de Santo Tomé (Jaén). Estos honderos baleáricos eran un cuerpo mercenario del ejército cartaginés y provenían del archipiélago balear. Llevaban tres hondas: Una enrollada en la muñeca a modo de brazalete que era usada en distancias cortas, otra enrollada en la cabeza a modo de cinta que se usaba para lanzamientos de alcance medio y por último, una atada a la cintura a modo de cinturón que era usada para lanzamientos más largos y potentes.
Ya más modernamente y recogiendo la importancia que el esparto tenía para la población, las Ordenanzas de Jódar prescriben el castigo a los forasteros que rocen atochas en su término municipal:
“Otro sí, por quanto los forasteros hacen mucho daño y agravio a los vecinos de esta villa en rozar las atochas y demás monte vaxo del término y deesas para que no subzeda y se escuse ese perjuicio, acordamos y mandamos que cada persona forastera que se hallare en dicho término, caiga en pena de trescientos maravedís por cada carga mayor, y si fuere menor en doscientos por cada vez que fuese apreendido, y su fuere en la deesas pague al dueño y dicha pena se aplique como va referido”
De la misma manera recogen que:
“Otro sí, por quanto la leña seca y esparto es muy conveniente para los vecinos y especialmente para los pobres, ordenamos que si algún forastero se hallare coxiendo esparto o cortando leña seca sea condenado en doscientos maravedís, aunque sea leña verde de pino, por cada vez, y dicha pena se aplique en la forma referida”
Tal fue su importancia que fue considerado de carácter estratégico por el Estado, constituyendo un elemento insustituible hasta la segunda mitad del siglo XX.
Hasta los años 60 la recogida y elaboración del esparto constituía el modo que las familias más modestas tenían para alimentarse y complementar los escasos ingresos que obtenían de los jornales de la recolección de aceituna, la escarda de las siembras y la siega de los cereales.
Su recolección se hacía al igual que narra Plinio, con un sencillo útil de hierro o madera, en el que se enrollan las largas hojas de la mata para arrancarlas con un fuerte tirón del espartero. Una vez arrancado se extendía al sol para su secado durante 3 o 4 días. A continuación se cocía sumergiéndolo en agua estancada por espacio de 21 días. El laboreo usaba dos técnicas, una con esparto picado y otra con esparto sin picar.
La principales labores que se tejen con esparto son la Tomiza de dos ramos y los ramales de distintos grosores y número de ramos, la Pleita, que es la banda plana trenzada hecha con esparto crudo o sin picar, y se compone de una anchura variable hasta un máximo de 11 ramos o cabos y la Crizneja, que es la banda plana hecha con esparto picado, cuyo ancho oscila según sus usos, y se compone de 3 a 5 ramos o cabos de esparto.
En el caso del olivar la principal aplicación era la elaboración de capachos para el prensado de la aceituna en las almazaras, utilizados en prensas hidráulicas como filtros para la extracción a presión del aceite de la masa de la aceituna y los capachos para el transporte de la misma a lomos de caballerías, con el mismo nombre pero distintos de los anteriores. Además y como recoge Plinio, con él se elaboraban sogas, cuerdas, maromas, envases, enseres, calzado, útiles, esteras y otros objetos.
Actualmente en algunos pueblos de la comarca de Sierra Mágina quedan todavía algunas personas mayores que fueron testigos de la importancia que esta fibra tuvo para la vida diaria y para las labores del olivar, y que han sido testigos del paso de una cultura milenaria y ancestral que se pierde en la noche de los tiempos a la actual cultura del plástico y de la mecanización. Como si en una vida se hubiesen vivido dos distintas y con miles de años de diferencia. En su vida pasaron del arado y de la tracción animal al tractor y de los útiles de esparto a los plásticos y fibras sintéticas que en la actualidad lo inundan todo.