Herederos de Delibes

LARREADIO

Una mula, una carreta, un emisor de FM, micrófonos y mucho camino por delante.
Fuente: larreadio.com

“Una mula, una carreta, un emisor de FM, micrófonos y mucho camino por delante”, así se encabeza la página web del proyecto «Larreadio» que gracias a la recomendación de un familar descubrí por suerte un día de ardua navegación por Internet. Como siempre la gente joven sorprende por sus iniciativas y creatividad.

Este grupo de jóvenes viajan con su mula Café y su carro por la Sierra Sur de Jaén, aunque parece que quieren  hacerlo extensible a  las Sierras de Mágina y Cazorla, supongo que por la buena aceptación de la iniciativa.

En cada pueblo graban unos programas de radio entrevistando a  la gente del lugar, recogiendo los últimos testimonios de una Cultura y unas gentes que desaparecen. Son los últimos testigos de la Cultura Rural, la “gente del campo” de nuestra provincia. Una Cultura Rural que se va desvaneciendo en el tiempo cada vez que una de éstas personas desaparece.

Son nuestros mayores gentes que vivieron en relación íntima con el campo, para los que cada rincón de los campos y de las Sierras tenía su nombre y cada árbol singular guardaba miles de historias. Ellos dieron significado al Campo y el Campo quedará huérfano cuando ellos no estén. Los lugares quedarán sin historia, anónimos y vacíos.  Son los últimos representantes de “la vida ocupada”, en la que en cada momento siempre había algo que hacer y para los que la “cultura del ocio” no existía.

Su vida, como en El Señor de los Anillos, se circunscribía a la Comarca, de la que se salía para ir al médico o hacer la mili. Fueron tiempos de miseria y penurias para nuestra gente y nuestra provincia. Nuestros mayores son los últimos testigos de una Cultura Rural que duró 30 siglos y que atesoraba saberes y formas de hacer que se transmitían de generación en generación y que han sido suprimidas de un plumazo por la mecanización y “el progreso”.

Ellos son los guardianes de las palabras. Palabras, que en un futuro, para cualquiera que las lea, necesitarán una nota aclaratoria al pie: “albarda”, “albardón”, “anterrollo”, “ubio”, “horca”…….Mientras, el progreso sigue su marcha, generando una burbuja tras otra y una crisis tras otra.

Ahora no se habla al calor de la lumbre, ni “sentados al fresco” de la calle de las últimas noticias del pueblo, sino que hablamos de una prima que no conocemos: “la de riesgo” y de unas economías que no entendemos y que no nos entienden.

Leo que la nueva “Ley de Material Reproductivo de las plantas” elaborada por la UE prohíbe la venta y reproducción de semillas tradicionales y autóctonas.  Bajo la nueva ley,  será ilegal cultivar, reproducir o comercializar cualquier semilla vegetal o árbol que no haya sido probado y aprobado por una nueva “Agencia de Variedades Vegetales de la UE”, que va a elaborar una lista con las plantas autorizadas.

Después de grandes protestas por parte de consumidores, bancos de semillas, agricultores y algunos gobiernos de la UE, se ha logrado que jardineros y pequeños productores se provean de semillas u hortalizas no aprobadas y que puedan guardar e intercambiar semillas sin que esto infrinja la ley.

Desaparece una Cultura Humana y es reemplazada por burócratas e intereses de grandes multinacionales, que, curiosamente, no ponen freno a los alimentos  transgénicos ni obligan a su etiquetado.

Recuerdo los versos de Neruda en “Aquí me quedo”:

y que los que se creen prisioneros

se vayan lejos con su melodía

siempre los ricos fueron extranjeros

que se vayan a Miami con sus tías.

De osos, hormas, laurisilvas, buitres y huelgas.

Más de uno al ver el título se preguntará si repentinamente me he aficionado a los crucigramas. No es un crucigrama, pero todos estos elementos se enlazan armoniosamente tanto el la horizontal como en la vertical de un sendero de la desconocida Sierra de las Villas.

Como prometí al comienzo del Blog, éste versaría además de sobre las Culturas de la Aceituna y del Aceite, sobre las Sierras que acogen a éstos olivares y a sus gentes y que son las fuentes que dan de beber a gran parte de Andalucía.

Pues bien, este sendero en un trayecto de unos 4 kilómetros y con un desnivel de 426 metros nos muestra en un gran fresco lo que ha sido la lucha del hombre ante un medio no demasiado amable en tiempos en los que el uso de maquinaria no era moneda común.

Sendero de la osera

Olivares y monte, en el comienzo del sendero de la osera

El sendero del que hablamos se encuentra a pocos kilómetros de la población de Mogón. Su nombre: “Sendero de la Osera” nos habla de especies desconocidas en la actualidad en estas Sierras, pero de las que nos ha quedado constancia en topónimos como “La Osera” o “La Dehesa del oso”, en el término municipal de Siles. Además de en libros como el “Libro de la montería”, de Alfonso XI, que explicaba que las vecinas Sierras de Segura eran “buen monte de oso et de puerco en verano”.

Partiendo de la población de Mogón nos vamos adentrando en la abrupta y desconocida por muchos, Sierra de las Villas. A nuestra derecha e izquierda podemos observar olivares tradicionales arraigados en pendientes imposibles y que escalan hasta las cimas más altas compitiendo con rocas y vegetación montaraz.

Sendero de la osera

Hormas y olivares en pendiente.

El hombre en su lucha por el sustento, le construyó a cada árbol una horma de piedra, intentado dotar a cada uno de una mínima superficie horizontal que retuviera agua y tierra en unos desniveles de vértigo.

Las hormas son pequeños muros de piedra seca, normalmente de poca altura, y que se han construido para retener tierras en los bancales y obtener superficies llanas donde poder cultivar. O como en éste caso, buscar la horizontal en un entorno vertical.

Nuestro sendero, que cuando el desnivel deja, discurre paralelo al río, conserva un bosque de rivera compuesto por madroños, durillos, labiérnagos, olivillas, barbadijas y lianas; vegetación noble heredera de las laurisilvas terciarias que recubrieron nuestras latitudes y que conservan de su glorioso pasado tropical sus hojas anchas y lustrosas, aunque de tamaño más reducido para adaptarse a las condiciones más secas de la actualidad.

También encontramos al literario boj, refugiado en éstos barrancos en su localización más meridional de toda Europa.

Durante todo el camino el vuelo del buitre leonado nos acompaña, pues en los cortados calizos se ubican numerosos nidos de esta especie y observamos como espacios arrebatados antaño al monte para el cultivo del olivo son colonizadas nuevamente por la vegetación noble.

Cascada de la osera

Cascada de la osera

Aunque el desnivel es importante, vale la pena ascender para acercarnos al principal salto de agua de esta ruta, que despeñándose desde una altura de 132 metros es el más alto de toda Andalucía.

Sendero de la osera

Cascada en las proximidades del pantano de las Aguascebas.

Tras la cascada tomamos aire y ascendemos en zig-zag en busca del pantano de las Aguascebas que próximo a su aliviadero nos mostrará otro salto de agua menos espectacular y otro ejemplo de convivencia del hombre con el medio: Las huelgas.

Sendero de la osera

Huelgas a la orilla del río Aguascebas

Las huelgas en éstas sierras son pequeñas vegas en los cursos altos de los ríos de montaña que a falta de superficie fértil donde cultivar eran aprovechadas para la implantación de los pequeños huertos de subsitencia que daban de comer a las familias.

Así que, aún a falta del legendario oso en este recorrido, este rincón de la Sierra de las Villas seguro que hará las delicias de cualquier excursionista. Un agreste valle de alta montaña excavado entre grandes paquetes calizos que se superponen unos a otros a modo de un colosal tejado. Una tectónica de escamas que constituye un ejemplo de libro para los interesados en la disciplina geológica.

Costumbres y tradiciones (III): «Esparto»

aceite de oliva

Espuerta de pleita.

El milenario cultivo del olivo ha venido acompañado de otro cultivo no menos milenario: el del esparto. Su uso ha ido pasando de generación en generación a través de los siglos permaneciendo invariable en las comarcas donde ha subsistido, siendo una de las costumbres más antiguas y que menos alteraciones ha sufrido hasta nuestros días.

El nombre del esparto proviene del latín “Spartium, I” y éste a su vez procede del griego “Spàrtos” o “Sparton”.

El esparto se obtiene de la atocha cuyo nombre científico es el de Stipa Tenacissima, utilizándose también el albardín, Ligeum spartum, cuyas hojas son de menor longitud y de textura más suave. Estas plantas constituyen las últimas etapas de degradación del monte mediterráneo.

Esparto y olivo han convivido desde la más remota antigüedad hasta los años 70 del pasado siglo en que las fibras sintéticas vinieron a derrocar la hegemonía que esta fibra vegetal mantuvo durante milenios.

Uso del esparto

El uso del  esparto por el hombre se remonta a la noche de los tiempos, habiendo ya referencias escritas en el siglo III a.c., así como de su existencia y comercio en Iberia, en las que Estrabón describe una llanura inmensa “donde crece abundantemente la especie de esparto que sirve para tejer cuerdas y se exporta a todos los países, y principalmente a Italia…”

Por su parte Plinio nos narra que:

El esparto, cuyo aprovechamiento se inició muchos siglos después, no se comenzó a emplear hasta la guerra que los púnicos llevaron primeramente a Hispania. Trátase de una hierba que crece espontáneamente y que puede sembrarse; una especie de junco propio de terrenos áridos…..En la Hispania Citerior, se encuentra en una zona de la Carthaginense, y no en toda, sino sólo en una parte; pero allí donde crece lo hace incluso en los montes. Los campesinos confeccionan de él sus lechos, hacen fuego, forman sus antorchas y fabrican su calzado; los pastores hacen incluso de él sus vestidos. El esparto, excepción hecha de sus extremos tiernos, es nocivo para los animales. Al colectarlo se arranca cuidadosamente, envolviendo las piernas en fundas y las manos en guantes; se le enrolla en un vástgo de hueso o de roble. Actualmente se arranca también en invierno, si bien el momento más propicio va de los idus de mayo a los de junio, que es la época de su madurez. Para satisfacer todos éstos usos no hay otra extensión de cultivo que un campo de 30.000 pasos de latitud por 100.000 de longitud en la zona de Carthago Nova.”

El producto se comercializaba en Carthago Nova, adónde venían a buscarlo desde otros lugares del Mediterráneo por su calidad y por la certeza de encontrarlo aquí en cantidades ilimitadas. Los testimonios a este respecto son abundantes destacando los de César que mandó que se trajese de Hispania hierro y esparto para equipar sus naves y Tito Livio que narra el interés de Asdrúbal  por acumular esparto para la construcción de naves.

Con esparto se contruyeron las hondas que los honderos baleáricos utilizaron contra Escipión en la Batalla de Baécula, que actualmente se sitúa en el Cerro de las Albahacas de Santo Tomé (Jaén). Estos honderos baleáricos eran un cuerpo mercenario del ejército cartaginés y provenían del archipiélago balear. Llevaban tres hondas: Una enrollada en la muñeca a modo de brazalete que era usada en distancias cortas, otra enrollada en la cabeza a modo de cinta que se usaba para lanzamientos de alcance medio y por último, una atada a la cintura a modo de cinturón que era usada para lanzamientos más largos y potentes.

Ya más modernamente y recogiendo la importancia que el esparto tenía para la población,  las Ordenanzas de Jódar prescriben el castigo a  los forasteros que rocen atochas en su término municipal:

Otro sí, por quanto los forasteros hacen mucho daño y agravio a los vecinos de esta villa en rozar las atochas y demás monte vaxo del término y deesas para que no subzeda y se escuse ese perjuicio, acordamos y mandamos que cada persona forastera que se hallare en dicho término, caiga en pena de trescientos maravedís por cada carga mayor, y si fuere menor en doscientos por cada vez que fuese apreendido, y su fuere en la deesas pague al dueño y dicha pena se aplique como va referido”

De la misma manera recogen que:

Otro sí, por quanto la leña seca y esparto es muy conveniente para los vecinos y especialmente para los pobres, ordenamos que si algún forastero se hallare coxiendo esparto o cortando leña seca sea condenado en doscientos maravedís, aunque sea leña verde de pino, por cada vez, y dicha pena se aplique en la forma referida”

Tal fue su importancia que fue considerado de carácter estratégico por el Estado, constituyendo un elemento insustituible hasta la segunda mitad del siglo XX.

Hasta los años 60 la recogida y elaboración del esparto constituía el modo que las familias más modestas tenían para alimentarse y complementar los escasos ingresos que obtenían  de los jornales de la recolección de aceituna, la escarda de las siembras y la siega de los cereales.

Su recolección se hacía al igual que narra Plinio, con un sencillo útil de hierro o madera, en el que se enrollan las largas hojas de la mata para arrancarlas con un fuerte tirón del espartero. Una vez arrancado se extendía al sol para su secado durante 3 o 4 días. A continuación se cocía sumergiéndolo en agua estancada por espacio de 21 días. El laboreo usaba dos técnicas, una con esparto picado y otra con esparto sin picar.

La principales labores que se tejen con esparto son la Tomiza de dos ramos y los ramales de distintos grosores y número de ramos, la Pleita, que es la banda plana trenzada hecha con esparto crudo o sin picar, y se compone de una anchura variable hasta un máximo de 11 ramos o cabos y la Crizneja, que es la banda plana hecha con esparto picado, cuyo ancho oscila según sus usos, y se compone de 3 a 5 ramos o cabos de esparto.

En el caso del olivar la principal aplicación era la elaboración de capachos para el prensado de la aceituna en las almazaras, utilizados en prensas hidráulicas como filtros para la extracción a presión del aceite de la masa de la aceituna y los capachos para el transporte de la misma a lomos de caballerías, con el mismo nombre pero distintos de los anteriores. Además y como recoge Plinio, con él se elaboraban sogas, cuerdas, maromas, envases, enseres, calzado, útiles, esteras y otros objetos.

Actualmente en algunos pueblos de la comarca de Sierra Mágina quedan todavía algunas personas mayores que fueron testigos de la importancia que esta fibra tuvo para la vida diaria y para las labores del olivar, y que han sido testigos del paso de una cultura milenaria y ancestral que se pierde en la noche de los tiempos a la actual cultura del plástico y de la mecanización. Como si en una vida se hubiesen vivido dos distintas y con miles de años de diferencia. En su vida  pasaron del arado y de la tracción animal al tractor y de los útiles de esparto a los plásticos y fibras sintéticas que en la actualidad lo inundan todo.

 

Costumbres y tradiciones (II): «La corta»

poda del olivo

Hacha tipo Jaén.

Es tiempo de corta en Jaén.  «Corta» es como en algunas comarcas se llama a la poda del olivo. Una vez acabada la recolección los olivareros se disponen a renovar sus árboles viejos y dar una forma adecuada a las plantaciones más jóvenes.

En las mañanas frías de los meses de enero y febrero los penachos de humo que se levantan entre las olivas dan fe de la quema de las ramas y restos de la poda. Costumbre que se está perdiendo en favor de la trituración de las mismas que aporta materia orgánica a los suelos y disminuye la erosión.

Tras derribar las ramas principales señaladas por «los maestros de corta», viene el desposeerlas de las más pequeñas, para dejar la leña gruesa aprovechable para lumbres y calderas. Tras esto habrá que talarla y llevarla a las leñeras, donde se hacinará y tapará para evitar la salida del barrenillo del olivo y donde se guardará para el invierno siguiente.

De la existencia de leñeras en las casas viene el dicho popular de :  «Ser más arisco que un gato entre la leña». Al ser las hacinas de leña el lugar que escogían las gatas para parir y donde los gatitos, allí resguardados y montaraces, no tenían contacto con el ser humano hasta que no podían andar, bufando y  huyendo de las personas cuando las veían aparecer.

En muchas comarcas los restos de poda más finos se compactan y se elaboran con ellos pellets, que junto con el hueso triturado alimentan las calderas de los hogares. Éstas calderas, más sostenibles, están sustituyendo  poco a poco a las de gasoil, mucho más caro.

Importancia de la poda del olivo

La importancia de la poda para el  olivar  viene recogida desde muy antiguo. El ilustre gaditano Columela, nacido en el año 4 d.C. recoge en su Res Rústica que: «Deben cortarse sus ramas secas, y las que se hallaren enlazadas para que el olivo quede desahogado; asimismo las ramas tuertas y largas, y las que tuvieran demasiada altura, o sobresalieren mucho.»

También de éste autor es el antiguo proverbio que dice: «Quien ara el olivar, le pide fruto; quien lo abona se lo pide con insistencia; el que lo poda, le obliga a que se lo de.»

Posteriormente Alonso de Herrera en su «Agricultura General» de 1645 nos dice: «….y quiten los ramos desfariados, y los viejos, que frutifica poco por fer viejos, y que las oliuas en lo nuevo dan su fruto, y por ello anden contínuo renovadas…»

Ya, a nuestros días ha llegado el refrán: «Si me olvidares árame aunque no me caves, y si me olvidares aún más, córtame, aunque no me ares ni me caves.»

Evolución

Hasta la llegada de la motosierra, motosierro en algunas comarcas, que en ésto del género y génera no nos ponemos de acuerdo en este país, la corta se hacía con el hacha. En Jaén con unas hachas de tipología singular que tomaron el nombre de la provincia: «Hacha tipo Jaén».

Como digo, antes de la llegada de la mecanización al olivar las cortas se adaptaban a las labores y costumbres de recolección de cada tiempo. Así no es difícil encontrar hoy en día en olivares tradicionales, olivas con la cruz a dos metros sobre el nivel del suelo con el fin de facilitar el acercamiento de las yuntas de mulos durante las labores de arado. Con éstas alturas de cruz no es difícil imaginar que las olivas alcanzaran alturas de 6 y 7 metros sobre el nivel del suelo. Existiendo en las antiguas cuadrillas la figura del «copero»; normalmente la persona más joven y más ágil de la cuadrilla que armado con un pequeño garrote de alrededor de metro y medio y de madera ligera como es la higuera, escalaba para derribar la aceituna más alta que quedaba en las copas.

De esta costumbre de jugarse la vida para derribar la aceituna de las copas, el holandés Gastón G.A. Remmers extrajo el título de un estudio publicado en 1998: «Con Cojones y Maestría: Un estudio Sociológico-agronómico acerca del Desarrollo Rural Endógeno y Procesos de Localización en la Sierra de la Contraviesa.» Haciendo referencia al valor y la habilidad de los coperos para varear la aceituna.

Tipos de poda

Modernamente las podas tradicionales coexisten con la poda técnica llevada a cabo por ingenieros agrónomos. En la provincia de Jaén se identifican dos tipos de  poda tradicional predominante: La poda practicada en la zona de Jaén capital y la poda practicada en la zona de Úbeda.

La poda tradicional tipo Úbeda es una poda típica en cabeza, en la que se renueva  intensiva y continuamente la copa de la oliva, cortando ramas excesivamente jóvenes y en plena producción, aunque éstas no estén todavía envejecidas.

En la poda tradicional de la zona de Jaén capital se dosifica el ritmo de rejuvenecimiento de la copa, sustituyendo éstas cuando es necesario, para lo que previamente se prepara la rama para su renovación, favoreciento los renuevos que la sustituirán.

Un ejemplo ilustrativo de la necesidad e importancia  que la poda tiene para la oliva se resume perfectamente en la gráfica cancioncilla popular: «El que tiene un olivar y no le corta las varetas, es como el que tiene novia y no le toca las tetas.»

Costumbres y tradiciones ( I ): «La Rebusca y la Botijuela»

aceite de oliva

Espuerta de pleita ( Labor de esparto con la que se confeccionaban los utensilios de la aceituna )

Dentro de lo que he dado en llamar «Cultura de la Aceituna», un concepto que incluye las formas de vida de las gentes secularmente ligadas al olivar, están las costumbres y tradiciones que se repiten año tras año.

Dentro de esta serie relataré en cada tiempo la relación de las personas con el medio, que en esta provincia nuestra de Jaén y en nuestros pueblos está íntimamente ligada al monocultivo del olivar.

Al acabar la recolección de la aceituna, comienza  «La Rebusca». Como en Jaén todo el mundo sabe, la rebusca constituye un pequeño complemento de rentas para la población rural que más lo necesita. Consiste en la recolección de la aceituna que no se ha recogido durante la campaña por personas ajenas a las explotaciones.

Al finalizar la Campaña de recogida, desde la Administración se da permiso para que se pueda recoger esta aceituna, una vez que se ha verificado que todos los tajos han acabado su actividad.

Luego esta aceituna se vende en los puestos de compra privados que se habilitan a tal fin en los distitos pueblos de la provincia.

La práctica estaba cayendo en desuso con los años por el escaso rendimiento y la cantidad de trabajo que requiere, pero debido a las condiciones económicas parece ser que se está volviendo a retomar.

Hace años era común que los chiquillos de los pueblos, al salir de la escuela y pertrechados con una cubeta y un saco, recorrieran los olivares de los alrededores de los pueblos para sacarse unas pesetillas para sus gastos.

De esta costumbre, la de rebuscar, en algunos pueblos de la provincia se conserva la expresión: «Meterse en lo sin coger» (sic) o lo que es lo mismo: Entrar a coger aceituna en una finca que aún no se ha recolectado, con el consiguiente peligro de que el dueño del olivar sorprenda al «rebuscaor» (sic) en el ilícito acto.

Esta expresión se usa para situaciones de la vida cotidiana en que una persona entra en un tema que no debiera y que le puede suponer algún quebranto. Bien físico, bien económico.

Otra de las costumbres fuertemente arraigadas en el mundo del olivar es «La Botijuela» o «El Remate», dependiendo de las comarcas.

La Botijuela es la celebración que se celebra al final de la campaña, antiguamente al día siguiente, en la que aceituneros y dueños del olivar se reúnen y que corre a cuenta de éstos últimos.

Durante la Botijuela se olvidan los trabajos y fatigas que se sufren durante la campaña ( frío, agua, hielo, barro, etc..).

El nombre de la celebración proviene de una vasija de barro que se usó durante los siglos XVI al XVIII y que se utilizaba para transportar o conservar aceite, aceitunas, vino, vinagre, etc…

El diminutivo » Botijuela» se aplica por ser el recipiente de menos capacidad que se usaba para estos menesteres. Así, había botijuelas de medio almud, botijas de uno, barriles de dos e incluso barriles de una fanega. Un almud es una unidad de capacidad que varía entre 4,5 y 11 litros dependiendo de las regiones.

Antiguamente durante la celebración, los aceituneros, haciendo un corro, se pasaban la botijuela que habían estado usando para el transporte de la aceituna de unos a otros. Al que se le caía o la rompía era víctima de burlas y bromas. Como, por ejemplo, el manteo.

Durante la celebración también se cantaban coplas, muchas de corte flamenco y algunas con tintes picarescos.

Como es normal, las más comunes se referían al tema amoroso.

Antiguamenta las campañas eran más largas y había más dificultades para la relación entre personas de distinto sexo. Por lo que durante la Campaña surgían relaciones entre el personal más joven de la cuadrilla. Debido a que las cuadrillas estaban también compuestas por gente de otras comarcas, los amoríos duraban lo que duraba la Campaña. Testigos de aquellos amoríos son las coplas:

El querer que te tuve fue aceitunero,

se acabó la aceituna

ya no te quiero.

o

Los amores del invierno

son amores de fortuna;

que te quiero, que te adoro

mientras dura la aceituna.

y

Anda diciendo tu madre

que tienes un olivar;

el olivar que tú tienes

es que te quieres casar.