Costumbres y tradiciones (II): «La corta»

poda del olivo

Hacha tipo Jaén.

Es tiempo de corta en Jaén.  «Corta» es como en algunas comarcas se llama a la poda del olivo. Una vez acabada la recolección los olivareros se disponen a renovar sus árboles viejos y dar una forma adecuada a las plantaciones más jóvenes.

En las mañanas frías de los meses de enero y febrero los penachos de humo que se levantan entre las olivas dan fe de la quema de las ramas y restos de la poda. Costumbre que se está perdiendo en favor de la trituración de las mismas que aporta materia orgánica a los suelos y disminuye la erosión.

Tras derribar las ramas principales señaladas por «los maestros de corta», viene el desposeerlas de las más pequeñas, para dejar la leña gruesa aprovechable para lumbres y calderas. Tras esto habrá que talarla y llevarla a las leñeras, donde se hacinará y tapará para evitar la salida del barrenillo del olivo y donde se guardará para el invierno siguiente.

De la existencia de leñeras en las casas viene el dicho popular de :  «Ser más arisco que un gato entre la leña». Al ser las hacinas de leña el lugar que escogían las gatas para parir y donde los gatitos, allí resguardados y montaraces, no tenían contacto con el ser humano hasta que no podían andar, bufando y  huyendo de las personas cuando las veían aparecer.

En muchas comarcas los restos de poda más finos se compactan y se elaboran con ellos pellets, que junto con el hueso triturado alimentan las calderas de los hogares. Éstas calderas, más sostenibles, están sustituyendo  poco a poco a las de gasoil, mucho más caro.

Importancia de la poda del olivo

La importancia de la poda para el  olivar  viene recogida desde muy antiguo. El ilustre gaditano Columela, nacido en el año 4 d.C. recoge en su Res Rústica que: «Deben cortarse sus ramas secas, y las que se hallaren enlazadas para que el olivo quede desahogado; asimismo las ramas tuertas y largas, y las que tuvieran demasiada altura, o sobresalieren mucho.»

También de éste autor es el antiguo proverbio que dice: «Quien ara el olivar, le pide fruto; quien lo abona se lo pide con insistencia; el que lo poda, le obliga a que se lo de.»

Posteriormente Alonso de Herrera en su «Agricultura General» de 1645 nos dice: «….y quiten los ramos desfariados, y los viejos, que frutifica poco por fer viejos, y que las oliuas en lo nuevo dan su fruto, y por ello anden contínuo renovadas…»

Ya, a nuestros días ha llegado el refrán: «Si me olvidares árame aunque no me caves, y si me olvidares aún más, córtame, aunque no me ares ni me caves.»

Evolución

Hasta la llegada de la motosierra, motosierro en algunas comarcas, que en ésto del género y génera no nos ponemos de acuerdo en este país, la corta se hacía con el hacha. En Jaén con unas hachas de tipología singular que tomaron el nombre de la provincia: «Hacha tipo Jaén».

Como digo, antes de la llegada de la mecanización al olivar las cortas se adaptaban a las labores y costumbres de recolección de cada tiempo. Así no es difícil encontrar hoy en día en olivares tradicionales, olivas con la cruz a dos metros sobre el nivel del suelo con el fin de facilitar el acercamiento de las yuntas de mulos durante las labores de arado. Con éstas alturas de cruz no es difícil imaginar que las olivas alcanzaran alturas de 6 y 7 metros sobre el nivel del suelo. Existiendo en las antiguas cuadrillas la figura del «copero»; normalmente la persona más joven y más ágil de la cuadrilla que armado con un pequeño garrote de alrededor de metro y medio y de madera ligera como es la higuera, escalaba para derribar la aceituna más alta que quedaba en las copas.

De esta costumbre de jugarse la vida para derribar la aceituna de las copas, el holandés Gastón G.A. Remmers extrajo el título de un estudio publicado en 1998: «Con Cojones y Maestría: Un estudio Sociológico-agronómico acerca del Desarrollo Rural Endógeno y Procesos de Localización en la Sierra de la Contraviesa.» Haciendo referencia al valor y la habilidad de los coperos para varear la aceituna.

Tipos de poda

Modernamente las podas tradicionales coexisten con la poda técnica llevada a cabo por ingenieros agrónomos. En la provincia de Jaén se identifican dos tipos de  poda tradicional predominante: La poda practicada en la zona de Jaén capital y la poda practicada en la zona de Úbeda.

La poda tradicional tipo Úbeda es una poda típica en cabeza, en la que se renueva  intensiva y continuamente la copa de la oliva, cortando ramas excesivamente jóvenes y en plena producción, aunque éstas no estén todavía envejecidas.

En la poda tradicional de la zona de Jaén capital se dosifica el ritmo de rejuvenecimiento de la copa, sustituyendo éstas cuando es necesario, para lo que previamente se prepara la rama para su renovación, favoreciento los renuevos que la sustituirán.

Un ejemplo ilustrativo de la necesidad e importancia  que la poda tiene para la oliva se resume perfectamente en la gráfica cancioncilla popular: «El que tiene un olivar y no le corta las varetas, es como el que tiene novia y no le toca las tetas.»